Juan Luis Rodríguez Sibaja, regenerador multifacético del arte
San José, 26 de mayo de 2021. Manuel González Zeledón (1864-1936), conocido como “Magón”, fue un escritor costarricense, promotor de la cultura y la literatura del país. Precisamente, “Magón” es el nombre de uno de los máximos galardones que actualmente otorga el Estado costarricense, como reconocimiento a la trayectoria cultural de toda una vida.
Dicho reconocimiento se anunció meses atrás, cuando el Ministerio de Cultura y Juventud dio a conocer los galardonados de los Premios Nacionales de Cultura 2020. El “Magón”, se otorgó a un artista polifacético, cuya obra artística, en diferentes formatos y medios de expresión, visuales y literarios, se ha expuesto, y permanece en múltiples espacios nacionales e internacionales.
Se trata de Juan Luis Rodríguez Sibaja, quien hoy, con 86 años de edad, recoge otro de los tantos frutos de una ardua labor, de toda una vida dedicada a las artes, la cual emprendió desde muy joven, cuando daba sus primeros pasos en el arte, en los pupitres de su escuela, literalmente.
Rodríguez es considerado el introductor de la técnica de grabado en metal en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Nacional; además, es también reconocido como el primer artista costarricense en exponer obra instalativa en una Bienal Internacional.
El hoy “Magón”, es considerado uno de los últimos bastiones de prominentes artistas de una generación que gestó la contemporaneidad e introdujo el conceptualismo en el arte; en su caso, a través de su carisma como teórico y regenerador del arte.
El jurado del Premio Nacional de Cultura Magón 2020, indicó en su fallo que Rodríguez Sibaja es merecedor de este galardón “por su rol de innovador y educador artístico, a través de una pedagogía, no solo en cuanto a los procedimientos en el taller, sino sobre la teoría del arte, al confrontar al estudiante con las vicisitudes de la práctica artística en la complejidad de los tiempos contemporáneos”.
El jurado además destacó su capacidad como investigador e innovador constante en sus propuestas estéticas de arte efímero, tales como las esculturas en la isla de Córcega, Francia, durante la primera década de este siglo, donde colectó rocas entre las escolleras costeras, la cual documentó, demostrando el valor del archivo del artista, al legar al país un acervo documental para el aprendizaje de futuras generaciones de artistas. Además, los miembros del jurado reseñaron la realización de experiencias similares en Cocles, Limón, donde, “usando materiales traídos por el mar, como cortezas, troncos, pipas, cocos, textiles desgarrados, cuerdas, mecates; materia pura, necesaria para satisfacer ese ímpetu creativo generador de obras excepcionales que, luego de documentarlas, el mar desperdigó por las arenas costeras”.
Juan Luis Rodríguez, explorador de diversos medios de expresión
La Revista Comunicación, Año 33 / vol. 21, del Instituto Tecnológico de Costa Rica, publicó en 2012 una reseña sobre la obra de Rodríguez, elaborada por la historiadora del arte, Ileana Alvarado Venegas.
La nota destacó que, como pintor, en su primera época, Rodríguez Sibaja se caracterizó por su interés en plasmar el tema del tugurio, así como también por sus óleos de rica textura.
Posteriormente, durante los años que estudió y vivió en París (1960-1972), experimentó con diversos materiales en la búsqueda constante por encontrar su personalidad pictórica. Con piedras molidas generó una pintura de carácter constructiva que además funcionó muy bien para sus obras de escultura polimatérica.
Su formación profesional en grabado se inició en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París. Sus trabajos, elaborados con diferentes técnicas, como aguafuerte, aguatinta y punta seca, entre otros, se caracterizan por la línea incisiva y el sentido matérico de la superficie.
Rodriguez, a lo largo de su carrera, ha creado obra de carácter abstracto, así como también trabajos de una figuración personal: desde retratos, hasta representaciones de personajes de su infancia, como sus amigos, plasmados en uno de sus trabajos más conocidos, que hoy forma parte de la colección del Museo de Arte Costarricense: “La Familia Cosquillitas”, referida a unos amigos muy pobres del barrio de su infancia, Cinco Esquinas de Tibás.
En Francia, resalta su experiencia como uno de los artistas seleccionados para participar en la Bienal de París de 1969, en la sección denominada “Trabajo en equipo”, con la instalación titulada “El Combate”, obra que incluía esculturas de hielo y madera, ubicadas dentro de un ring de boxeo, y que, además, contaba con sonido.
De regreso en Costa Rica, en 1972, inició su actividad docente justo cuando se abrieron los talleres de grabado de las dos universidades públicas. Rodríguez también ejecutó obra mural para el entonces nuevo, edificio de la Biblioteca Nacional y dos murales para el edificio principal del Instituto Nacional de Seguros.
El artista continuó trabajando en grabado y en acuarela, técnica con la cual experimentó de forma no tradicional, con agua a presión, desde su etapa europea. En 1995, con una exposición de acuarela, que formó parte de su retrospectiva en los Museos del Banco Central, obtuvo el Premio Nacional de Pintura Aquileo J. Echeverría, del cual, ya había sido acreedor en 1974, por una exposición de grabado.
Posteriormente, trabajó en escultura, sobre todo a partir de construcciones con piedras que ubicaba en espacios públicos, como playas. Realizó una muestra de su trabajo escultórico, a pequeña escala, en el Teatro Nacional de Costa Rica, en el 2008, titulado “El jardín de las rocas dormidas”.
Juan Luis Rodríguez Sibaja: El combate: retrospectiva
La historiadora costarricense, Ileana Alvarado Venegas, escribió el libro “Juan Luis Rodríguez Sibaja: El combate: retrospectiva”, un libro sobre el trabajo de Rodríguez como artista plástico y como iniciador formal de la enseñanza del grabado en metal, en los talleres de las dos universidades públicas de Costa Rica.
“Este libro se publicó de forma paralela a la exposición del mismo nombre, realizada en los Museos del Banco Central. La publicación enriqueció la bibliografía sobre el arte y los artistas costarricenses, ya que no existían textos similares sobre el artista; solo catálogos y notas de prensa”, afirmó la historiadora.
“La pasión de Rodríguez por la enseñanza y difusión del grabado en metal marcó a varias generaciones de artistas y consolidó el impulso por el grabado que, anteriormente, Amighetti había logrado con la xilografía, no solo en la técnica sino también en lo conceptual”, agregó.
La historiadora además detalló que el libro, de 1995, y la exposición, también se refieren al aporte de la obra del artista en pintura “matérica” y a su amplia carrera en investigación de materiales para sus trabajos en pintura.
¿Cómo es hoy la vida de Juan Luis Rodríguez Sibaja?
En palabras escritas por su compañera de vida, Diana Mosheim Castro, Juan Luis Rodríguez es un inquisidor constante de las frases hechas y los moldes rígidos; siempre está reinterpretando los conceptos y también las imágenes.
Diana, continúa:
Lo que no tiene sentido o es aburrido, bajo su influjo se reinterpreta y aparecen ángulos diferentes de la realidad que habían quedado enterrados por la rutina.
Los catalogados errores, son una fuente especial de estudio, ya que siempre, dice Juan Luis, que pueden ser elementos que escapan del inconsciente y que no están acorde a lo socialmente aceptado. Entonces hay que estudiarlos un poco, a ver si traen consigo algún rasgo de creatividad que hable de uno mismo.
Es un trabajo constante lo que Juan Luis realiza, es una búsqueda en muchas direcciones. El arte responde a cómo él comunica ese proceso personal de vivir, lo que va descubriendo. Por eso Juan Luis cambia de materiales, porque los temas y la realidad nunca son los mismos y exigen una cierta concordancia.
Siempre la comida y el entorno son ancla de donde parte el placer y la obligación de trabajar en el arte, porque no se puede trabajar ajeno a lo que lo rodea.
La casa de Juan Luis es un museo dinámico, también un taller que se expande a cada estancia. Las paredes están llenas de cuadros, pruebas, instrumentos de trabajo y un radio con la estación de Radio Universidad.
Su trabajo ha sido una necesidad que le produce urgencia y hasta sufrimiento por encontrar lo que lo irrita o lo condiciona a crear. No lo hace Juan Luis para entretenerse, sino porque no puede evitarlo. No trabaja de manera preconcebida; el plan se fragua mientras sucede.
Tuvieron gran impacto las figuras de sus esforzados y unidos padres, que a su manera también tuvieron el coraje de dar pasos más allá de lo que comúnmente se esperaba. Por eso hay fotos de ellos en varios lugares.
Siempre disfruta Juan Luis compartir con los demás lo que lo mueve o molesta. Es su mayor placer una buena conversación que inquiete a la gente que está a gusto en su zona de confort. Inicia con frecuencia con bromas que hacen que la gente pierda el miedo y deje al lado la reverencia, después, queda el terreno preparado para hablar de cosas serias.
La vida de Juan Luis sigue estando en esa tesitura, aunque la intensidad y la agudeza de su memoria y sus actividades se han diluido como en una acuarela, cuyos bordes ya no son nítidos, pero igual transmite una sensación profunda y una historia desigual.
Producción – Unidad de Comunicación - MCJ /Consecutivo 114/ FEM/ 26-05-2021