Espíritu creativo y saberes compartidos: elementos clave en autogestión de Sulá Batsú
San José, 27 de mayo de 2021. En el año 2005, un grupo de profesionales, en su mayoría mujeres, se unieron para generar una empresa de economía social que les permitiera desarrollarse en las disciplinas que les apasionaban, desde una perspectiva en la que pudiesen ejecutar sus proyectos y a su vez, impactar de manera positiva a la sociedad costarricense.
Es así como nació la Cooperativa Sulá Batsú, un modelo de autogestión social que tiene por objetivo incentivar y fortalecer el desarrollo local a través del trabajo con organizaciones, empresas sociales, redes comunitarias y movimientos sociales a nivel nacional, regional y global.
Esta iniciativa es la acreedora del Premio Nacional de Cultura en Gestión y Promoción Cultural 2020, que entrega el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ). El reconocimiento se otorga a este emprendimiento por su modelo asociativo, inter y transdisciplinario, autogestionario, basado en la solidaridad y el compromiso.
Para conocer más acerca de esta organización y sus proyectos, la Unidad de Comunicación del MCJ, entrevistó a una de las integrantes con mayor trayectoria dentro de la cooperativa, la cantante y gestora cultural Natalia Vargas “Nativa”. Les invitamos a conocer el detalle de esta entrevista, a continuación:
Creación de una “sociedad de saberes compartidos”
Desde sus inicios, sus integrantes dotaron de identidad y carácter el proyecto; lo que se refleja incluso desde la escogencia de su nombre, ya que Sulá Batsú es un concepto proveniente de la lengua indígena bribri, que significa “espíritu creativo”.
Según señala Natalia Vargas, presidenta del Comité de Educación y Bienestar Social de Sulá Batsú, “la cooperativa nació como un proyecto que nos permitiera trabajar en lo que somos, como artistas y profesionales en diferentes áreas, desde lo que nos gusta y los objetivos que queríamos alcanzar como colectivo. Es una iniciativa que se crea pensando en la filosofía que el trabajo no sea una carga, sino más bien una pasión”.
Es así como se conformó un grupo interdisciplinario con profesionales en comunicación, trabajo social, psicología, antropología, administración, finanzas, así como profesionales del arte y la cultura: músicos, gestores culturales, fotógrafos, personas del área audiovisual, diseño e ilustradores, entre otros, que se unieron en 2005 para dar vida a este emprendimiento.
Actualmente, la organización cuenta con 18 personas asociadas, quienes, por el modelo de cooperativa autogestionada, son a su vez, trabajadoras y propietarias de determinados cargos, a lo interno de la cooperativa.
“Somos una organización sin fines de lucro, no nos interesa acumular capital; pero sí nos interesa que todas las personas que forman parte de la organización puedan tener una vida digna. Que el tema de la autogestión de la economía social, las ciencias sociales, del arte y la cultura no sea un sinónimo de vivir mal”, señaló Vargas.
Como parte de su conceptualización, la cooperativa tiene un modelo de trabajo inter y transdisciplinario, que combina elementos como: arte y cultura, la construcción colectiva y gestión de los conocimientos; así como la incorporación de la economía social solidaria y las tecnologías digitales.
“Desde la perspectiva de la organización, creemos fielmente en que el trabajo colaborativo, colectivo, multi saberes, multi sectores y de intercambio intergeneracional y la combinación de ‘saberes compartidos’, es lo que enriquece los proyectos y las experiencias que se generan en la autogestión”, agregó Vargas.
Bajo esa premisa, este emprendimiento definió su modelo de trabajo transversal y que vincula las áreas de:
- Tecnologías digitales para el desarrollo: fortalece la acción de grupos, organizaciones y empresas sociales, en temas de apropiación e implementación de nuevas tecnologías.
- Gestión del conocimiento: enfocada en promover el intercambio y construcción colectiva de los saberes, con un libre acceso por parte de las personas.
- Arte y cultura para la transformación social: promoción y uso de las expresiones artísticas y culturales como generador de cambio y dinamizador social.
- Economía social solidaria: promueve alternativas para el desarrollo de modelos económicos, especialmente enfocados en poblaciones en condiciones vulnerables.
Como parte de su misión por convertirse en una organización basada en un modelo económico social solidario que promueve el intercambio de conocimientos y experiencias, la cooperativa desarrolla de manera constante una serie de proyectos dirigidos a poblaciones, tanto dentro como fuera del Gran Área Metropolitana: zonas rurales y costeras, proyectos con comunidades indígenas, con personas afrodescendientes, así como proyectos a nivel centroamericano.
Según la vocera, “esto genera una riqueza muy especial en cada proyecto, por la mezcla de conocimientos y experiencias, que se establecen a través de la diversidad de los públicos con los que trabaja la cooperativa”.
Destacó, además, que la cooperativa es una entidad con una conciencia social amplia y de desarrollo global; por tal motivo, sus proyectos incluyen ejes transversales vinculados a los temas de género, arte, cultura y ambiente. Por ejemplo, el eje arte y cultura está presente principalmente en la metodología de los proyectos que desarrolla; además, en esfuerzos o iniciativas complementarias como: talleres, capacitaciones, intervenciones, proyectos en comunidades o mediaciones.
La organización también cuenta con venta de servicios profesionales enfocados en investigación social, desarrollo de proyectos de acción social y cultural; gestión cultural; diseño, gestión, seguimiento y evaluación de proyectos y estrategias. Además, ofrecen capacidades, apoyo en gestión de conocimiento, desarrollo de plataformas tecnológicas éticamente entregadas, así como asesoría y acompañamiento en desarrollo de procesos o proyectos.
Autogestión y realidad actual
Uno de los aspectos que destaca la vocera de la organización, respecto al modelo que posee este emprendimiento creativo, es que uno de los principales retos es que en la autogestión requiere de mucha disciplina, tenacidad, esfuerzo continuo y compromiso.
Destaca la resiliencia y constante esfuerzo de la cooperativa para mantenerse; principalmente el reto que significa no contar con un ingreso económico fijo. Lo que se traduce en una potencial amenaza para estos modelos de gestión, debido a la inestabilidad económica, emocional y organizacional, que se generan a raíz de esta situación.
“Siempre digo que la autogestión es realmente para valientes porque no todas las personas aguantan el ritmo. Este es un trabajo muy demandante y complejo de mantener en el tiempo, que requiere de personas comprometidas que estén anuentes a buscar, desarrollar y dar continuidad a los proyectos; a pesar de que no haya dinero o el panorama sea poco alentador”, explicó Vargas
El contexto de la pandemia del COVID-19 se convirtió en un nuevo reto a asumir y enfrentar. Para Vargas, la parte más compleja de estas circunstancias es que la mayor parte de los proyectos que realiza la cooperativa, se desarrollan desde la presencialidad por la naturaleza de sus abordajes y poblaciones a las que se dirigen.
“Nosotras trabajamos desde la presencialidad 100% porque creemos que los espacios seguros, lúdicos y participativos los hemos creado desde el compartir con un contacto más cercano, físicamente. Aunque trabajamos mucho con las tecnologías, también ha sido un proceso de adaptación bastante fuerte en nuestras metodologías”, afirmó.
Señala que uno de los aspectos más difíciles de la adaptación de los procesos y su complejidad, es la virtualidad y sus implicaciones. “Desde nuestra perspectiva, la virtualidad ha sido bastante excluyente, ya que no todos nuestros públicos tienen acceso a un dispositivo digital, computador o conexión a internet para conectarse a las actividades; o bien, no todos saben cómo usar estas herramientas, lo que genera una desigualdad marcada”, enfatizó.
Bajo la línea del acceso a la virtualidad, la Cooperativa realiza una serie de acciones en temas de activismo por los derechos digitales, el acceso a internet y protección de datos, ya que, indica, creen en el internet libre, estable y no condicionado.
Pese a los retos coyunturales y preexistentes, Vargas destaca que “por encima de esto, hay muchas ganas de querer hacerlo posible para mantenerla cooperativa y que se convierta en el proyecto de vida. Sabemos que es un momento muy complejo y sensible porque necesitamos pagar las cuentas, pero para nosotros las personas están por encima del capital y por eso tomamos las medidas para protegernos.
Impacto social y relevancia del reconocimiento
Sulá Batsú, además de sus labores de asesoría y desarrollo de proyectos, gestiona su propio centro cultural: Casa Batsú, ubicado en Barrio Escalante. Este centro nació con el objetivo de brindar un espacio a personas o colectivos que normalmente no están tan legitimados por las artes académicas, para que desarrollen investigaciones, procesos creativos, talleres o capacitaciones.
“Consideramos que este tipo de escenarios se convierten en un ‘lugar semilla’ para poder rehacer distintos procesos culturales. Este es uno de los aspectos más interesantes y gratificantes porque nosotros vemos crecer los proyectos, su evolución y continuidad”, indicó.
Por otra parte, Vargas señaló que la cooperativa ha desarrollado una vasta cartera de proyectos, entre ellos iniciativas como Okamasüei, un proyecto que se desarrolla desde hace aproximadamente dos años, en el territorio indígena en Alto Pacuare.
En este caso, el proyecto consiste en un proceso educativo y de acercamiento con lideresas indígenas de la comunidad con un proyecto que actualmente se encuentra en marcha por parte del Instituto Costarricense de Electricidad para dotar del servicio de internet a la zona.
La finalidad del proyecto es vincular a las mujeres de la comunidad con el tema del internet, desde un abordaje respetuoso de sus creencias y dotándolas de herramientas para comprender las implicaciones del proceso tecnológico, sin dejar de lado el valor de sus tradiciones, costumbres y respeto por su cultura. Para ello se desarrollan iniciativas como un directorio de saberes en el que ellas transmiten sus conocimientos en diferentes áreas y comparten con las generaciones más jóvenes. Incluso se cuenta con un documental titulado: Okamasuei: Saberes Ancestrales de las Mujeres Indígenas y Tecnologías Digitales
Otro de los proyectos de su cartera es “La voz de las chicas”, del Centro de América, que se desarrolla desde hace tres años y fue reconocido con el Premio a la Educación de las Mujeres, otorgado por UNESCO, organización que actualmente financia la siguiente etapa de este proceso.
La iniciativa se dirige a mujeres jóvenes, con edades entre los 13 y 17 años, y tiene por objetivo promover mecanismos que les permitan a las jóvenes expresar lo que piensan y sienten. El proyecto cuenta con tres metodologías y herramientas: el rap y la música digital; la fotografía y el “fanzine” o publicaciones temáticas tipo revista generadas; y el arte sonoro a través de la edición de sonido y podcast.
Fue a raíz del impacto que generan los proyectos de la cooperativa, que se convirtieron en los acreedores del galardón del Premio Nacional de Gestión y Promoción Cultural 2020.
Vargas señaló que en el momento en que le llamaron para darle la noticia, “fue una experiencia muy linda y sobre todo muy alentadora; es una motivación adicional que te permite decir: ¡Lo estamos haciendo bien!”.
También señaló con humildad que considera que los reconocimientos tampoco legitiman el trabajo, pero sí sirven como un aliciente para continuar trabajando por lo que se está haciendo; así como el saber que está impactando gente y que de una u otra forma se está reconociendo ese esfuerzo.
“Después de 16 años de trabajo, también este reconocimiento significa muchísimo porque refleja la capacidad que hemos desarrollado para seguir adaptándonos con el tiempo, generar resiliencia a los procesos para poder incluso estar siempre a la vanguardia y creando propuestas. Esto es un impulso para seguir creciendo y desarrollándonos, que es lo más difícil en el sector cultural, no rendirse y seguir generando nuevas propuestas”, destacó la vocera.
Finalmente, Vargas hizo una invitación a todas las personas que deseen conocer o acceder a sus servicios indicando que “Sulá Batsú es una organización abierta a la recepción de propuestas de proyectos y a la creación de alianzas con diversos colectivos u organizaciones. Incluso, en ocasiones hemos apoyado procesos de personas que desean desarrollar cooperativas culturales. Para nosotros estos acompañamientos son de mucho valor y es gratificante colaborar en este tipo de procesos”.
El público, organizaciones y colectivos interesados pueden consultar sus servicios y contactarles, a través de su página web: www.sulabatsu.com o el Facebook Sulá Batsú
Contacto: Cooperativa Sulá Batsú. Tel. 2253- 1339, info@sulabatsu.com
Imágenes: Cortesía de Sulá Batsú.
Producción – Unidad de Comunicación - MCJ / Consecutivo 115/ MAC / 27-05-2021