“Guanacaste es un área etnolingüística prácticamente autónoma y diferente del resto del país”
San José, julio de 2020. El lenguaje y las formas particulares de hablar son expresiones de la cultura; no solo parte de la natural y cotidiana comunicación, sino también depositarios de la identidad cultural, las tradiciones y la memoria colectiva; transmisores del patrimonio cultural inmaterial de los pueblos.
En Guanacaste la cultura se manifiesta en la parte oral del lenguaje, en múltiples y particulares expresiones de sus pobladores; en palabras relacionadas con un oficio, como puede ser el del sabanero, el boyero o el agricultor guanacasteco; en algunas expresiones vinculadas a las actividades del campo, e incluso, al paisaje; y en las tradiciones orales, como bombas y retahílas.
Un buen ejemplo son las bombas y retahílas, como las del coplero Farid “Pilón” Mena, las que, además de ser manifestaciones culturales, en ellas se puede escuchar las particularidades del habla de la región. Puede escucharlo en: https://youtu.be/XqOcG--0LfQ
“El habla de Guanacaste se distingue del resto del país en cuanto a la pronunciación, algunos rasgos gramaticales, y, sobre todo, respecto del léxico, que en buena medida la acercan más al habla de los países del norte centroamericano, que al habla del Valle Central”, expresó Miguel Ángel Quesada Pacheco, lingüista, investigador, miembro de la Academia Costarricense de la Lengua, de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica y Premio Nacional de Cultura Magón 2014.
El destacado lingüista, quien incluso publicó el libro El Español de Guanacaste, definió entre los rasgos más característicos la aspiración del sonido s, como “lah casah”, por “las casas”, por ejemplo; el ceceo o pronunciación de s como z en Bagaces, Cañas y parte oriental del Golfo de Nicoya; la conservación de rr al pronunciar carro y perro, la r final, como en comer y dormir y cuando se pronuncia tres, cuatro o maestro, tan diferente a como se escuchan en el Valle Central. También mencionó las variaciones en los hiatos; como por ejemplo decir Mariya, en vez de María, o sía por silla; así como un uso generalizado del voseo.
Respecto al léxico, Quesada destacó el uso de palabras referentes a la cultura local como: alaste, bajura, tanela, arroz de maíz, cartago -persona del Valle Central-, chicheme, contil, la interjección ¡cho!; por ejemplo, sin dejar por fuera el riquísimo vocabulario sabanero. “Todo esto hace de la provincia de Guanacaste un área etnolingüística prácticamente autónoma y diferente del resto del país desde sus orígenes hasta nuestros días”, concluye.
Inclusive, en sus investigaciones logró determinar que en la región no existe una única forma de hablar, sino que hay diferencias. “Según mis pesquisas, noté una línea divisoria que va más o menos por Belén, donde se puede hablar de una zona dialectal norte (Liberia, Bagaces, La Cruz) con mayor acercamiento al habla de los países centroamericanos, y la Península de Nicoya (Santa Cruz, Nicoya, Carrillo y los demás) más cerca del habla de los puntarenenses. Por otra parte, hay islotes o enclaves donde el habla que se maneja se acerca muchísimo a la del Valle Central, como en Las Juntas de Abangares, Nandayure, Hojancha; lo cual responde a la emigración de colonos, por ejemplo, de San Ramón y Palmares”, acotó.
Señaló que el español guanacasteco se conformó por estratos, según acontecimientos históricos de diferentes épocas. Así pues, influyó el contacto con Panamá, desde sus orígenes hasta inicios del siglo XVIII; propiciado por el comercio mediante el Camino de Mulas. No obstante, es del contacto con Nicaragua y el resto de Centroamérica, de donde viene la mayor parte de los rasgos culturales del habla guanacasteca y particularmente las palabras de origen náhuatl o azteca, como “Guanacaste” (árbol), que luego le da nombre a la provincia.
Además, mencionó el contacto con el Valle Central a raíz de su incorporación al territorio costarricense. Según Quesada, principalmente durante el siglo XX, el habla guanacasteca se ha visto sometida a las modas lingüísticas del resto del país.
“Muchos rasgos fonéticos característicos de la zona se están debilitando en favor de la pronunciación del Valle Central; el habla de los jóvenes de las principales ciudades de la provincia se acerca cada vez más a la vallecentraleña. Es exactamente lo que Marco Tulio Gardela, en su Diccionario de guanacastequismos define como acartagarse: adquirir lo guanacasteco las características del Valle Central", subrayó el lingüista.
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