“Todas las historias pueden ser contadas a partir del momento en que uno escogió tener un punto de vista”, Valentina Maurel, Premio Nacional de Artes Audiovisuales 2022 en ‘Mejor Dirección’
San José, 11 de mayo de 2023. El deseo por contar historias y presentar personajes persigue desde su niñez a Valentina Maurel Soto, directora cinematográfica y guionista franco-costarricense. Hoy día, esta artista ha puesto a Costa Rica, y su propio nombre, en alto a nivel internacional en la industria del cine.
Maurel creció inmersa en el arte; rodeada de artistas: su madre, actriz, poeta y dramaturga; su padre, poeta y pintor, pero poco a poco encontró en el cine un espacio que, en sus propias palabras, “era un arte que había descubierto sola, es decir, siendo mis papás artistas, yo sentía que el cine era el arte en el que ellos no iban a tener ningún tipo de influencia o de autoridad sobre mí, por eso fue que me interesó en un primer momento”.
Costa Rica, fue el país que la vio crecer; sin embargo, a sus 19 años emprendió una aventura a Francia. “No me sentía ni particularmente costarricense ni francesa, a veces eso implica que uno se siente un poco huérfano de nacionalidad o con una identidad difusa. Pero para el arte eso es bueno, no tener que responder a ningún tipo de autoridad geográfica o de identidad. Terminé refugiándome en Bélgica y me di cuenta de que era la mejor forma que encontré para tener una distancia con Costa Rica que me permitiera hacer cine ahí”, señaló la artista.
Su cortometraje de graduación, “Paul est là” (2016) recibió el primer premio de la Cinéfondation en el Festival de Cannes 2017. Su segundo cortometraje, “Lucía en el limbo” (2019), fue seleccionado en la Semana de la Crítica de Cannes en 2019, también en el Festival Internacional de Cine de Toronto y recibió el primer premio en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato, México.
Sus raíces la trajeron de vuelta a Costa Rica, con la ilusión de grabar su primer largometraje “Tengo Sueños Eléctricos”, coproducción entre Francia, Costa Rica y Bélgica. La obra es ganadora de tres Premios Nacionales de Artes Audiovisuales Amando Céspedes Marín 2022, en las categorías: “Mejor Dirección”, para Valentina Maurel Soto; “Mejor Producción”, para Felipe Cordero Fernández; y “Mejor Realización Conceptual”, para Nicolás Wong Díaz.
La obra cuenta la historia de una joven que se descubre a la vida adulta y aborda temáticas como la sexualidad, la adolescencia, relaciones familiares y la violencia en diversas manifestaciones. “Quería explorar esa frontera, esa línea delgada, entre el amor y el odio que en la película además pasa por la violencia”, describió la cineasta.
“Tengo sueños eléctricos” de 2022, ha sido una de las producciones más premiadas del país a nivel internacional, inició su estreno mundial en el Festival de Cine de Locarno 2022, en Suiza, donde ganó “Mejor Dirección”, “Mejor Interpretación Femenina” y “Mejor Interpretación Masculina”. Adicionalmente, recibió el Premio Horizontes a “Mejor película latinoamericana”, en el Festival de San Sebastián 2022; Premio FIPRESCI, en el Festival de Mar del Plata 2022; para el 18 de abril del 2023 había recibido 28 premios y menciones a nivel internacional.
A raíz de su reconocimiento con el Premio Nacional de Artes Audiovisuales Amando Céspedes Marín 2022 como Mejor Dirección, la Unidad de Comunicación del Ministerio de Cultura y Juventud conversó con Maurel sobre su largometraje “Tengo Sueños Eléctricos”, su trayectoria como directora y en la industria cinematográfica, entre otros aspectos que se detallan a continuación:
¿De dónde surge su deseo de abordar temáticas como la violencia y la sexualidad?
Intenté describir los personajes y las escenas lo más fiel posible a lo que siento que es la realidad, o en todo caso, intentando encontrar una cierta verdad sobre el descubrimiento de la sexualidad y la vida en general. Siento que la adolescencia es un momento en el que uno mira las cosas sin filtro, es decir, como que la dureza de la vida se revela ante los ojos de uno y eso fue lo que intenté hacer.
El descubrimiento de las sexualidades es complejo para cualquiera y usualmente la adolescencia se describe como algo delicado o idealizado y creo que más bien es brutal y complicado. Quería autorizarme a tener un personaje femenino adolescente que representara eso y que fuera ambivalente, pero también que estuviera fascinada por la brutalidad de su papá, que, yo creo, son cosas un poco paradójicas y que no las vemos tanto representadas en cine o en el arte en general. Quería hablar de ese tipo de identificación que puede tener un adolescente con su papá a pesar de que él sea violento y cómo eso es un poco injusto, pero que forma parte de las grandes contradicciones de la vida.
¿Puede ampliar más sobre el estilo que la caracteriza en sus producciones, donde plasma los sentimientos mediante elementos físicos y visuales?
Lo que me interesa a mí, quizás es la forma en que los personajes a veces no dicen directamente las cosas, por eso siento que los diálogos en las escenas es lo que menos me interesa. Me gusta usar sueños o poemas porque siento que es la forma en la que mis personajes intentan decir cosas sobre la vida, con las herramientas que tienen. Siento que muchas veces, cuando no nos atrevemos a decir algo, somos capaces de decirlo en un poema o nuestro inconsciente es capaz de decírnoslo a través de un sueño, y entonces son elementos con los que me gusta mucho trabajar.
También autorizo que exista la palabra en la película, pero que no sirva para que uno entienda todo lo que está pasando, porque a veces siento que el espectador está esperando que una, como cineasta, le explique lo que está pasando o comente lo que está pasando en las escenas; intento no hacerlo.
¿Cuál es el papel que tiene la poesía en esta producción?
El poema que utilizo es una combinación de dos poemas que ya existían y que no escribí yo. Me gusta mucho porque habla de una relación de un padre y también de la forma en la que se transmite la violencia de una familia, en la que se hereda, en la que a veces uno siente que hay cosas que lo atraviesan a uno, que no le pertenecen; siempre es como mi gran miedo a la lógica de la repetición y a esa ambivalencia de la herencia.
Me di cuenta de que tenía que dejar que el personaje del padre hiciera suyo ese poema. Me dio miedo usarlo en algún momento porque sentía que era un texto que podía quizás explicar la película, o que quizás autorizaba a un personaje a explicarse o justificarse a sí mismo, cuando no le di la autorización a los otros personajes. Pero, por otro lado, sí me gustaba un poco esa dimensión misteriosa de la poesía, sentía que más bien quizás en vez de dar respuestas genera preguntas.
¿Por qué decidió situar esta historia en Costa Rica, cuál fue el motivo, y qué significa para usted haber tomado esta decisión?
No quería mostrar Costa Rica como se muestra en otras ocasiones, con orgullo al país exótico del que venimos, más bien quería mostrar la forma más simple, la más fiel a la realidad que encontré para representar San José y quizás no lo más bonito de San José, sino las calles y los barrios que conozco mejor y que son extremadamente familiares para mí.
También tenía ganas de que la gente viera su ciudad en una pantalla grande, para darse cuenta de que todas las historias son legítimas, como que nada es banal o nada es feo o nada es poco espectacular; todas las historias pueden ser contadas a partir del momento en que uno escogió tener un punto de vista, cuando uno siente que esa historia es importante para uno, y creo que hay que empezar a ver el lugar y lo cotidiano, como potencialmente cinematográfico.
¿Hubo algún tipo de dificultades al filmar en Costa Rica?
Tuve la suerte de tener suficiente financiamiento, lo cual creo que para otras personas en Costa Rica puede resultar difícil y entonces no puedo hablar desde ese lugar, sino más bien desde una posición de privilegio en ese sentido.
Pero sí siento que en Costa Rica tenemos una cinematografía reciente o, en todo caso, no contamos con ese peso histórico que tienen a veces los países europeos; acá el séptimo arte hay que inventarlo y la industria hay que inventarla, y eso es una gran oportunidad que yo esperaría que las instituciones y el gobierno aprovechen para que podamos contar con una industria sólida y que no repita los defectos de las industrias convencionales del primer mundo.
Personalmente, creo que Costa Rica es un país que está listo para tener su propio cine, yo conté con un equipo maravilloso, con gente con muchísimo talento; no tenemos nada que envidiar a los países de Europa en ese sentido. En Costa Rica hay gente capaz y con mucho talento, que no puede vivir de este arte ni desarrollar más capacidades, es decir, personas que tienen que trabajar solo en puestos técnicos cuando tienen también la posibilidad de ser grandes directores. Lo que sí nos falta es una ley de cine, más financiamiento y también encontrar una forma de priorizar las películas nacionales en salas, porque el talento ya está ahí.
¿Qué representó contar con el apoyo del Fondo para el Fomento Audiovisual y Cinematográfico “El Fauno”, del Centro de Cine, para la producción de este proyecto?
Fue sumamente importante, yo quería que esta película fuese una coproducción costarricense. En un momento dado, yo podía hacer esta película solo con fondos de Francia y Bélgica, pero eso implicaba que la película iba a ser una película francesa filmada en Costa Rica; y uno podría decir, pero si es una película hecha en Costa Rica con un casting costarricense, pues es una película tica y no importa de dónde venga el dinero, pero en realidad simbólicamente sí es sumamente importante, porque eso habría implicado que yo tengo que traer el equipo de filmación de afuera y que no puedo contratar a profesionales de Costa Rica e implica también que, por ejemplo, si la película va a representar a un país, a los Óscar, por decir algo, o a los premios Goya, pues entonces no habría representado a Costa Rica, sino a Bélgica o a Francia y eso es trágico. Ya ha sucedido con películas hechas en otros países latinoamericanos y yo no quería que ocurriera eso con Costa Rica.
¿Cómo ha percibido la llegada de “Tengo Sueños Eléctricos” a las salas de cine costarricenses?
Fue muy lindo presentar la película en tantos países alrededor del mundo y que la gente se identificara con los personajes, a pesar de que la película es tan específicamente costarricense. La recepción en Costa Rica fue realmente positiva, lo cual fue una gran sorpresa para mí. Recibí el Premio Nacional de Artes Audiovisuales Amando Céspedes Marín, un día antes del estreno en Costa Rica, y eso me dio mucha fuerza.
Yo estaba un poco nerviosa, pensaba que la película quizás iba a ser rechazada por el público costarricense, porque es una película un poco dura, que representa de forma muy cruda una realidad de la sociedad, de San José y del país. Este premio me hizo sentir muy en confianza para poder mostrar la película, para mí algo que fue muy importante es que, a pesar de que la película tenga esa dimensión bastante confrontativa, el público costarricense la entendió y estaba listo para ver una película que los representara más allá del mantra del “Pura vida”. Además, la discusión y el intercambio que generó fue sumamente importante para mí.
¿Qué mensaje les daría a aquellas personas, especialmente a las más jóvenes, que tienen interés en desarrollar ese genio por comunicar mediante materiales audiovisuales?
Creo que lo más importante es intentar encontrar su propia voz y considerar que el lugar y la realidad de la que uno viene, es suficientemente interesante para ser contada. Entonces, quizás en vez de ir a buscar inspiración en otras películas o en otros lugares, intenten encontrar inspiración en la vida, en lo real, en las vivencias personales, en lo que uno es capaz de observar alrededor. Creo que eso es lo que a mí me sirvió mucho, no dejarme intimidar por cierta forma de contar historias, sino intentar encontrar mi propia manera, con mis propias torpezas y mis propios límites, pero hacer de esos límites una fortaleza.
Gracias a este trabajo audiovisual, Valentina Maurel recibirá el galardón del Premio Nacional de Artes Audiovisuales Amando Céspedes Marín 2022, en una ceremonia de gala, junto con los demás galardonados, el miércoles 17 de mayo de 2023, en el Teatro Nacional de Costa Rica.
Producción – Unidad de Comunicación - MCJ / Consecutivo 101 / NGT/ 11-05-2023